CARTA #128
Y cómo no enamorarme de ti... Si me enseñaste tantas cosas que, hasta conocerte, eran ajenas a mi realidad...
Conocí el preocuparme por alguien más, descubrí lo bonito que puede ser el amar, cómo se siente querer a alguien más que a uno mismo... y cómo duele, cuánto duele extrañar a alguien que ya no está.
Me mostraste los colores del amanecer, me hiciste ver la vida con matices que jamás imaginé... Me enseñaste a reír con el corazón, a soñar despierto, a esperar lo inesperado...
Pero también aprendí... aprendí lo agridulce que puede ser la vida cuando se entrelaza con el amor. Descubrí el sabor de las lágrimas mezcladas con sonrisas, el frío que deja un abrazo que no volverá, el eco de una voz que ya no responde...
Descubrí lo que significa tener el alma en pedazos, intentando reconstruirse día tras día, mientras se aferra a los recuerdos, a esos momentos efímeros que ahora son todo lo que queda...
Y así, en medio de todo este torbellino de emociones, aprendí lo doloroso que puede ser decir adiós. Decir adiós a quien se llevó una parte de mí, a quien cambió mi mundo entero con solo existir en él...
Y cómo no enamorarme de ti... si contigo descubrí la vida, pero también, inevitablemente, enfrenté la realidad más cruda del amor: el final, el adiós, el vacío que deja quien se va y no regresa.
Aprendí... aprendí a vivir con tu ausencia, con el silencio que dejaste, con la soledad que ahora me acompaña. Aprendí que el amor, en toda su belleza, lleva consigo la posibilidad del dolor más profundo, de la pérdida más grande...
Y cómo no enamorarme de ti... si a pesar del dolor, de las lágrimas, del vacío... te elegiría una y mil veces más, porque amarte, aunque haya sido la causa de mi mayor tristeza, también fue la fuente de mi más grande felicidad.
RECUERDA: La decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, porque contiene dentro de sí la rendición.
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