CARTA #132
Quizás nuestros caminos se entrelazaron demasiado temprano, o tal vez demasiado tarde... quizás nunca debimos cruzar nuestras miradas, dejar que nuestras almas se rozaran siquiera.
Quizás no debería haberme dejado llevar por la corriente de tus ojos, por la melodía de tu voz... O quizás debí haber gritado mis sentimientos desde el primer momento en que mi corazón reconoció al tuyo. Quizás, en algún lugar de tu ser, había un espacio para mí que nunca supe descifrar...
Quizás, en un universo paralelo, todo se alineó perfectamente para nosotros. Quizás allí, te estoy cubriendo de versos cada amanecer, te estoy cantando al oído nuestras canciones al anochecer. Quizás en esa realidad, cada "te amo" encuentra su eco, cada caricia su lugar.
Quizás en ese mundo, paseamos de la mano sin temor al final del camino, sin miedo a que el amanecer nos encuentre distantes. Quizás allí, nuestras risas se entrelazan sin el temor de ser efímeras, y cada beso es una promesa cumplida, no un sueño esquivo.
Quizás me enamoré de manera imprudente, en el momento menos indicado... Quizás abrí mi corazón cuando lo sensato hubiera sido protegerlo, resguardarlo de la tormenta que se avecinaba.
Quizás lo que sentí por ti fue un espejismo, una ilusión tan engañosa como la de esas almas perdidas en el desierto, que, devoradas por la sed, ven oasis donde solo hay arena y soledad...
Quizá toda esta historia de amor no fue más que una quimera, un sueño tejido por mi mente anhelante, una fantasía forjada en la desesperación de encontrar algo, alguien, en quien creer.
Y quizás, en la cruda luz del amanecer, me enfrentaré a la realidad más desoladora: que tú, mi sueño más querido, mi consuelo en noches de insomnio, nunca fuiste más que una sombra en mi mente, una esperanza inventada para llenar el vacío de mi existencia.
Quizás me aferro a la idea de "nosotros" porque aceptar que nunca fuiste real, que nunca estuviste ahí de la manera en que yo te necesitaba, sería admitir que mi corazón se ha perdido en una búsqueda sin destino, amando a un fantasma, a un reflejo que se desvanece al intentar tocarlo.
Quizá, al final de todo, lo único que me queda es este dolor sordo, este susurro de lo que pudo haber sido y nunca fue... Una historia de amor escrita en las estrellas, pero que nunca encontró su camino a la realidad.
Y quizás, lo más triste de todo es que, a pesar de la evidente ilusión, de la dolorosa certeza de tu inexistencia, no puedo evitar seguir enamorado de esa sombra, de ese sueño... Porque incluso sabiendo que me aferro a una mentira, la idea de dejarte ir, de despertar de este sueño y enfrentar un mundo sin siquiera el eco de tu risa, me resulta más desgarradora que cualquier realidad.
Quizás...
RECUERDA: Amar no es mirarse el uno al otro sino más bien mirar ambos en la misma dirección.
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