CARTA #130

Hola... ¿Cómo empiezo esto? Solo decir "lo siento" y desaparecer sería lo más sencillo... pero no puedo, no así.

Lo siento... Cómo desearía tener la fuerza para mirarte, realmente mirarte, y dejarte ver el remordimiento que me consume. Pedirte perdón por cada error, por cada herida, por ser quien soy, por el daño que te hice... es lo mínimo que debería hacer.

Noche tras noche, me persigue este tormento, esta culpa que me estruja el alma. Deseo, con cada fragmento roto de mi ser, solo una cosa: escuchar tu voz, recibir cualquier señal de ti... Este corazón destrozado ansía, más que nada, tu perdón.

No espero que me perdones; quizá ni siquiera lo merezco. Pero necesito saber, necesito oírte... antes de...

Antes de que el silencio se convierta en mi último refugio. Antes de tomar esa decisión irrevocable que he estado contemplando, en esos momentos oscuros donde la desesperación se siente como la única compañía.

Quizás no tengo derecho a pedirte ni un segundo de tu tiempo, pero esta agonía de necesitar saber lo que piensas de mí, de esta sombra en la que me he convertido, es lo único que me mantiene aquí, en este precipicio.

Estas palabras, escritas con un corazón desgarrado y una mano temblorosa, son mi último intento de alcanzarte, de decirte todo lo que no pude decirte cuando tenía la oportunidad. Este es el grito silencioso de alguien que está al borde, buscando un destello de luz en la oscuridad abrumadora.

Por favor, entiende que este "lo siento" lleva consigo el peso de un alma que ya no sabe cómo sanar. Son las palabras de alguien que, a pesar del dolor inmenso, guarda la esperanza de que estas letras puedan tender un puente, aunque sea frágil, hacia la comprensión, hacia el perdón...

Lo siento... por todo. Y aunque sé que estas palabras no pueden deshacer el pasado, ni aliviar el dolor que causé, necesito que sepas la verdad de este corazón quebrado antes de que el silencio se convierta en mi última palabra...

Lo siento... y esta vez, estas palabras son todo lo que me queda.


RECUERDA: Una persona, al descubrir que es amada por ser como es, no por lo que pretende ser, sentirá que merece respeto y amor.






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