CARTA #126

No quise irme, te lo juro. Cada paso que daba alejándome de ti, sentía como si dejara atrás una parte de mi alma... Pero la realidad, esa cruda verdad, era imposible de ignorar: tú no querías que me quedara.

Me detuve tantas veces, con la esperanza de que me pidieras volver, de escuchar tu VOZ rompiendo el silencio, diciéndome que me quedara... Pero ese silencio, pesado y profundo, fue la única respuesta que recibí. Y en ese silencio, entendí... entendí que mi presencia ya no te llenaba, ya no te completaba como antes.

A veces, en la soledad de la noche, me pregunto... ¿hubo algo que pude hacer diferente? ¿Alguna palabra, algún gesto, que hubiera cambiado el final de nuestra historia? Pero esas preguntas solo suman peso a la carga que ya llevo.

Te amé con todo lo que tenía, con cada pedazo de mi ser. Pero amar no siempre significa estar juntos, ¿verdad? A veces, amar significa dejar ir, aunque cada fibra de tu ser grite lo contrario.

Así que me fui, no porque quisiera, sino porque entendí que era lo que necesitabas. Aunque cada día sin ti es un recordatorio de lo que perdí, de lo que tuvimos y ya no será...

No quise irme, te juro que no. Pero siendo realistas, no me quedaba otra opción... Tu silencio fue mi respuesta, tu distancia, mi señal. Y aunque mi corazón aún lleve tu nombre grabado, he aprendido a caminar solo, con la esperanza de que, a pesar de todo, encuentres la felicidad que yo no pude darte.


RECUERDA: Amor no es resignación eterna, vulneración de principios, sumisión, descalificación o engaño. Los límites del amor están en nuestro amor propio, en nuestra dignidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CARTA #141

CARTA #140

CARTA #2