CARTA #121

Como el café y la crema, tan distintos y sin embargo, cuando nos unimos, creamos algo mágico y único. Un equilibrio perfecto de sabores y texturas que solo nosotros podemos entender. Es esa combinación inesperada pero perfecta, como si el universo nos hubiera diseñado específicamente para complementarnos.

Eres como la melodía suave y dulce que llena de música los silencios de mi vida. Y yo, simplemente el silencio que acoge cada nota tuya, permitiendo que tu esencia resuene clara y profundamente en mi alma. Juntos, somos una sinfonía de sentimientos y emociones, una canción que solo nosotros podemos interpretar.

Eres el calor acogedor de una manta en una noche fría, y yo, ese frío que te busca, anhelando tu calidez.

En tu abrazo, encuentro mi refugio y mi paz, el consuelo que solo tu presencia puede ofrecer.

Y qué decir de la dulzura que traes a mi vida... Eres como el dulce aroma de la vainilla, embriagador y reconfortante, y yo, como ese pastel recién horneado, que sin tu esencia, no sería más que una masa insípida. Juntos, somos el aroma de hogar, de momentos compartidos y de felicidad pura.

Como la oscuridad necesita de la luz para definirse, así yo necesito de ti para ser completo. Eres mi contraparte, mi compañera en este viaje llamado vida, la pieza que faltaba en mi rompecabezas.

Por eso y por tanto más, te amo, te quiero, te adoro, te venero... No hay palabras suficientes en el mundo para expresar lo que siento por ti. Eres mi todo, y sin ti, simplemente no soy.

Gracias por ser, por existir, por llegar a mi vida y hacerla tuya. Eres la poesía que siempre quise escribir, el lienzo donde quiero pintar todos mis días, mi suspiro en la noche y mi sonrisa al despertar. Te amo con una intensidad que desborda mi pecho y llena cada espacio de mi existencia.


RECUERDA: Amar y ser amado es sentir el sol por ambos lados.

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