CARTA #105

Te amo, mi dulce niño, luz de mis mañanas y sueño de mis noches. Eres el susurro apacible que calma mi tormenta, el destello de alegría en días nublados. Mi amor por ti se teje con cada pensamiento, se nutre de cada suspiro, palpita con el ritmo alocado de mi corazón.

Te amo con la sencillez de un poeta de callejón, que en cada rincón halla la rima perfecta para cantar a tu sonrisa. Te quiero con la fervor de un pintor bohemio, cuyo pincel danza al compás de la luz en tus ojos, esbozando maravillas en lienzos de esperanza. Te adoro con la vibración de un guitarrista bajo la luna, que encuentra en tu risa la nota clave para su canción más sincera.

Mi amor por ti rivaliza con el de Romeo por Julieta; enfrentaría al universo entero, desafiaría cada adversidad, por solo un instante a tu lado. Por ti, trascendería las reglas, rompería barreras, cruzaría lo inimaginable, todo para dibujar una sonrisa en tu rostro.

Como Napoleón por Josefina, mi corazón se embriaga de ambición por conquistar tu felicidad. Navegaría mares embravecidos, construiría un reino de ternura y cuidado, un santuario donde solo habite la alegría.

Al igual que Tristán por Isolda, desafiaría al destino, cruzaría mares tempestuosos, vencería a dragones, todo para estar junto a ti. Superaría cualquier reto, lucharía contra todas las adversidades, solo por sentir la calidez de tu presencia.

Como Paris por Helena, aunque el mundo entero se alzara en nuestra contra, elegiría tu amor una y otra vez. Frente a ejércitos, contra reyes y dioses me levantaría, todo por un atisbo de tu afecto.

Como Orfeo por Eurídice, descendería a las profundidades más oscuras, desafiaría a los dioses, enfrentaría mis mayores temores, todo para traerte de vuelta a mi lado. Por ti, lucharía contra la oscuridad más abrumadora para tenerte de nuevo en mis brazos.

Te amo tanto... que el silencio de mis palabras no dichas pesa como una losa en mi pecho. Te amo tanto... que el remordimiento por los momentos no compartidos, por los besos no dados, por los "te amo" no expresados, tiñe de gris mis días. Ojalá hubiera tenido el coraje de mostrarte mi corazón, de entregarte mi ser sin reservas. Te amo tanto... y esta confesión, este lamento silencioso, es ahora la sinfonía más desgarradora y dulce de mi alma...


RECUERDA: El que ama, se hace humilde. Aquellos que aman, por decirlo de alguna manera, renuncian a una parte de su narcisismo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CARTA #141

CARTA #140

CARTA #2